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Hace ya medio siglo que se inició SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence, o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) y los resultados no han podido ser hasta ahora más desalentadores.

Así las cosas, algunos científicos, miembros destacados de proyectos SETI, están empezando a considerar la idea de que quizás no se ha buscado en el sitio adecuado, de la forma adecuada y en el momento adecuado.

Uno de ellos es Paul Davies, destacado físico teórico de la Universidad de Arizona, especializado en astrobiología. Davies ha trabajado en SETI durante tres décadas y preside el grupo que interpreta los resultados del proyecto.

En uno de sus trabajos más recientes (publicado en Acta Astronautica), Davies plantea que quizás deberíamos buscar las pruebas de vida extraterrestre inteligente mucho más atrás en el tiempo y mucho más cerca: quizás en nuestro propio planeta e incluso en nuestras propias células...

Una de las posibilidades que propone Davies consistiría en la búsqueda de Plutonio-244, un elemento cuya vida media es de 80 millones de años y cuya detección en cantidades elevadas podría indicar su uso por una supuesta civilización avanzada ya extinguida.

Davies vuelve también sus ojos hacia nuestro propio DNA, uno de los escondrijos donde supuestas civilizaciones inteligentes podrían haber dejado su sello. Apoya esta hipótesis la presencia en muchos seres vivos de abundante DNA "basura", es decir, material genético "de relleno", al que no se le encuentra ninguna función o utilidad biológica y que representa más del 90% del genoma humano. Según Davies, inteligencias extraterrestres podrían haber ocultado mensajes en este DNA presuntamente inútil. Tal vez una especie de copyright de nuestro genoma, un filón por explotar para las entidades que gestionan derechos de autor ;)

De hecho, y puesto que las secuencias de ese DNA están ya disponibles en la propia Internet, prácticamente cualquiera podría tratar de descifrar ese supuesto mensaje oculto. Científicos japoneses ya lo intentaron en 1978 sobre la secuencia genética de un bacteriófago (un virus que infecta bacterias) sin encontrar nada relevante.

En definitiva, Davies propugna ampliar el ejército de buscadores de inteligencia extraterrestre más allá de un grupo de radioastrónomos, de modo que prácticamente cualquiera pueda echar una mano.

Quién sabe si tal vez los esforzados descifradores de códigos de nuestra web... ;)

Vía Kriptópolis.

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