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Free as in free speech, not as in free beer. Esa es la típica frase que utilizan los angloparlantes cuando explican la diferencia entre “libre” y “gratis”, las dos acepciones de la palabra inglesa “free“. Pero que sea libre no significa necesariamente que siempre tenga que ser gratis, desde luego. Lo saben muy bien en RedHat, donde han logrado construir un poderoso negocio alrededor del software libre. Pero Red Hat es la excepción que confirma la regla.

Como explican en TechCrunch, hay por ahí desarrolladores Open Source que lanzan sus proyectos de forma totalmente desinteresada y sin cobrar un duro. También hay organizaciones (Apache Foundation, por ejemplo) que apoyan económica y organizativamente el desarrollo de proyectos Open Source. Y por supuesto, hay empresas como IBM, Intel, Red Hat, Samsung o Canonical que pagan a desarrolladores para que sigan trabajando en temas como el kernel Linux o en distribuciones que como en el caso de Ubuntu tienen un objetivo especialmente ambicioso.

Pero son esos desarrolladores independientes, que sacan tiempo al tiempo y programan casi por devoción los que me preocupan. Porque muchos podrían lograr mucho más. Lo explican muy bien en ese post de TechCrunch:

I’d wager that the bulk of Free Software is of the first sort: hobbyists looking to scratch an itch. Some of these hobbyists may be independently wealthy, and therefore able to work full-time on their projects; but most contributors to free software do so on the side, in between their other obligations. And let’s not forget all the people dabbling with code for their own personal edification, rather than trying to productize something.

It’s for this reason, I think, that Free Software often gets a bad rap in the court of public opinion. For every shining success like the Apache httpd or the LibreOffice suite or the Linux kernel, there are thousands of barely-adequate programs languishing at SourceForge and GitHub. Maybe they work well enough for their developers, who understand the various quirks and deficiencies, but they’re far from ready for prime time for “regular” users.

Así es: hay proyectos Open Source absolutamente brutales y claves incluso en el mundo empresarial, pero hay otros muchos (la mayoría, sí, perdidos en SourceForge, LaunchPad o GitHub) que son útiles únicamente para sus desarrolladores y quizás para algunos  pocos usuarios más. No suelen estar preparados para el común de los mortales, y uno de los motivos es sin duda la falta de un apoyo económico que convierta esos proyectos en soluciones mucho más útiles.

Para los desarrolladores que están dispuestos a dar ese paso -no todos lo quieren o necesitan-, las cosas eran complicadas hasta hace no mucho. ¿Donaciones con PayPal? Acaban siendo ridículas. Y entonces apareció el crowdfunding y lo cambió todo. Los servicios que proporcionan KickStarter o IndieGogo han sido tradicionalmente utilizados por “inventores” de ingenios hardware, pero poco a poco el software también se va adentrando en ese terreno, y ahí es precisamente donde los desarrolladores Open Source podrían comenzar a sacar partido a su talento.

Es el caso de dos campañas recientes que han dado que hablar en los medios. La primera, la del cliente de correo Geary, que pretende ser un desarrollo mucho más ambicioso de la mano de una campaña que pretende recaudar nada menos que 100.000 dólares. Y la segunda, OpenShot, que está a punto de conseguir los 20.000 dólares que también amplíe sus opciones actuales y además lo lleve no solo a Linux, sino también a OS X y Windows.

Mi opinión personal sobre ambos proyectos no es demasiado favorable. He probado Geary y me parece un cliente discreto, pero es que en la descripción de la campaña de crowdfunding en IndieGogo no aportan mejoras demasiado concretas. ¿Búsquedas instantáneas, notificaciones de email, soporte de los grandes servicios, autoguardado de borradores? No me parece que esas opciones cuesten 100.000 dólares de desarrollo, sobre todo teniendo en la actualidad soluciones como Gmail (vale, es propietario, pero Geary tiraría de él también), Thunderbird o incluso un cada vez más olvidado Evolution.

El caso de OpenShot es menos sangrante porque sus objetivos son interesantes, sobre todo el de llevarlo también a usuarios de Macs y PCs/portátiles con Windows. Pero he probado las versiones ya existentes y aunque son aceptables, MovieMaker o iMovie ofrecen características idénticas y en muchos casos superiores a las que ofrece ese desarrollo.

Por supuesto, la ventaja es clara: en la mayoría de las propuestas de KickStarter los inversores ganan acceso preliminar a esos desarrollos pero el resto pagarán cierta cantidad (mayor que la que invirtieron los primeros) por disfrutar de ellos. Pero tanto en Geary como en Openshot el software final seguirá siendo Open Source (o esa es la idea, supongo), así que los inversores son verdaderos mecenas que no solo benefician al proyecto, sino también a toda la comunidad Open Source, ya que aunque yo no invierta podré usar (y modificar, y distribuir, y compartir) el software cuando esté disponible.

Esos mecenas simplemente aparecerán en los créditos de las aplicaciones. Poca recompensa para una apuesta tan grande. O tal vez no.

Vía Cenatic.

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