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El Triunfo de la Muerte, Pieter Brueghel el Viejo

Durante siglos, nos han enseñado que la temida Peste Negra del siglo XIV —una de las pandemias más devastadoras de la historia de la humanidad— se transmitía a través de las pulgas de las ratas, propagando la peste bubónica por Europa. Sin embargo, una reciente investigación realizada por forenses y arqueólogos británicos podría reescribir lo que creíamos saber sobre este oscuro episodio de la historia.

Nuevos descubrimientos en el corazón de Londres

En 2013, un equipo de expertos desenterró 25 esqueletos datados del siglo XIV en Charterhouse Square, una zona del norte de Londres. Los restos fueron descubiertos durante las obras de ampliación de la red ferroviaria Crossrail y su análisis ha arrojado resultados sorprendentes.

Gracias al estudio del ADN extraído de las muelas de las víctimas, los científicos pudieron identificar con claridad a la bacteria responsable: Yersinia pestis. Sin embargo, la forma en la que esta bacteria se propagó parece no coincidir con el modelo clásico de transmisión a través de pulgas. Según los expertos, la rapidez con la que la epidemia se extendió y el altísimo número de muertes que causó sugiere una transmisión aérea, directamente a los pulmones. En otras palabras, no estaríamos hablando de peste bubónica (caracterizada por bubones inflamados), sino de peste neumónica, una variante mucho más contagiosa y letal.

Una epidemia fulminante

La Peste Negra llegó a Gran Bretaña en el otoño de 1348 y, en apenas unos meses, arrasó con la vida de cerca del 60% de los londinenses. En cifras actuales, eso supondría alrededor de cinco millones de muertes solo en la capital británica.

El arqueólogo Barney Sloane, tras analizar registros de testamentos conservados en el Juzgado de Hustings de Londres, confirmó la magnitud de la catástrofe. Estos documentos, obligatorios en la época, ofrecen una fuente fiable para calcular el impacto de la epidemia.

ADN antiguo, bacteria moderna

Uno de los hallazgos más impactantes del estudio fue que la cepa de Yersinia pestis encontrada en los esqueletos londinenses es prácticamente idéntica a la que provocó un brote en Madagascar en fechas recientes, que causó la muerte de 60 personas. Esto sugiere que la bacteria en sí no ha cambiado tanto en siete siglos, lo cual abre nuevas preguntas sobre por qué fue tan letal entonces y no lo es tanto ahora.

La respuesta parece estar en las condiciones de vida: según Don Walker, arqueólogo de la empresa ferroviaria, y Jelena Berkvalacs, forense del Museo de Londres, los londinenses del siglo XIV vivían en un estado de salud muy precario. Los restos muestran evidencias de raquitismo, anemia, malnutrición infantil y una higiene dental muy deficiente, lo que habría hecho a la población extremadamente vulnerable.

¿Podría repetirse hoy una pandemia así?

Afortunadamente, la respuesta es un rotundo no. Aunque la bacteria sigue existiendo en ciertas zonas del mundo, la medicina moderna, con los antibióticos a la cabeza, unida a una red sanitaria avanzada y sistemas de control epidemiológico, permitiría contener una plaga de este tipo en poco tiempo. Además, el estado general de salud de la población y la nutrición son hoy mucho mejores, lo que nos otorga una resistencia natural que en la Edad Media brillaba por su ausencia.

 

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