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Tras más de una década trabajando en universidades de EEUU regresé a
España hace dos años. Mi decisión se apoyaba íntegramente en esta
párrafo del BOE referente a mi contrato de cinco años con el CSIC: "La
formalización por parte de los Centros de I+D de estos
acuerdos de incorporación implica que garantizan el compromiso de crear,
antes de la finalización del contrato, puestos de trabajo permanentes
con un perfil adecuado a las plazas cubiertas". La frase es tajante, no se trata de un compromiso tácito sino de un
compromiso vinculante. Sin embargo, ahora nos dicen que muy
probablemente en los próximos tres años no salgan plazas y que nuestra
única esperanza es que se apruebe una Ley de la Ciencia defectuosa donde
se contempla la creación de un tipo de contratos que a día de hoy son
ilegales. Y me encuentro en una encrucijada: regresar a EEUU donde sigo
teniendo las puertas abiertas, o quedarme en España y continuar por una
vía que el mapa oficial de carreteras me asegura que llega a un destino
atractivo, pero que ahora encuentro plagada de carteles que avisan "sin
salida".
Los titulares que hacen eco de esta encrucijada en la que estamos muchos investigadores utilizan un lenguaje común que gravita en torno a la siguiente frase: "Fuga de jóvenes cerebros: el futuro del sistema de investigación en España". Dejemos de hablar de "fuga", nos están echando. Dejemos de hablar de "jóvenes", ya no lo somos; la connotación es que como jóvenes podemos aguantar todo lo que venga y seguiremos luchando por nuestro ideal, pero no es así; muchos investigadores de esta generación están considerando seriamente dejar la ciencia. Dejemos de hablar de "cerebros", nos están impersonalizando; tenemos estómagos a los que alimentar, y tenemos corazones a los que escuchamos cuando decidimos regresar a nuestro país para estar más cerca de nuestras familias, a la vez que seguíamos haciendo investigación; corazones que nos rompen cuando nos dicen que se van a incumplir con total impunidad los contratos que firmamos.
Continúa aquí.
¿Te has sentido tentado alguna vez de irte de España?

Los titulares que hacen eco de esta encrucijada en la que estamos muchos investigadores utilizan un lenguaje común que gravita en torno a la siguiente frase: "Fuga de jóvenes cerebros: el futuro del sistema de investigación en España". Dejemos de hablar de "fuga", nos están echando. Dejemos de hablar de "jóvenes", ya no lo somos; la connotación es que como jóvenes podemos aguantar todo lo que venga y seguiremos luchando por nuestro ideal, pero no es así; muchos investigadores de esta generación están considerando seriamente dejar la ciencia. Dejemos de hablar de "cerebros", nos están impersonalizando; tenemos estómagos a los que alimentar, y tenemos corazones a los que escuchamos cuando decidimos regresar a nuestro país para estar más cerca de nuestras familias, a la vez que seguíamos haciendo investigación; corazones que nos rompen cuando nos dicen que se van a incumplir con total impunidad los contratos que firmamos.
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