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Perderse, se puede perder todo: la vergüenza, la cabeza… hasta el corazón; hay gente que pierde cosas constantemente y luego lo va encontrando todo con pequeños días de diferencia, de manera que cada jornada se convierte en una especie de cumpleaños en el que a cada poco, te toca algo.

Incluso el Imperio Romano perdía cosas… ¿cómo… que qué fue lo que perdieron? Nada… una tontería… ummm…
… una legión completa…

No…no estoy diciendo que el enemigo la masacrara, como les paso a las XVII, XVIII y XVIIII en el Bosque de Teotoburgo en el año 9 d.C, ni que un castigo diezmara la unidad en cuestión con motivo de una guerra civil o como represalia por un demérito. Estoy diciendo, pura y llanamente, que las altas instancias del Imperio nunca supieron que fue lo que pasó con ella en realidad.
La historia de esta unidad, la Legio IX Hispana, ha inquietado a los estudiosos durante décadas y ha quedado en la imaginación pública como ejemplo supremo de misterio militar. La "Hispana" tiene sus orígenes en un grupo de cohortes que lucharon a las órdenes de Julio Cesar en la Galia entre los años 58-49 a.C. y que estaba compuesto, en su mayoría, por oriundos de la piel de toro. En el año 13 d.C. fue trasladada a los Balcanes y en el 43 d.C. el Emperador Claudio se fijó en ella para acompañarle a la conquista de Britannia. Hasta aquí, todo normal.

A través de lápidas, estelas funerarias de centuriones e incluso inscripciones en picos y azadones, sabemos que en el año 60 d.C. se estacionó en Lincoln y a partir del 70 d.C. estuvo en York.

Continúa en: Historia Clásica.

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