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Por primera vez en la historia, soldados rusos se rinden ante vehículos no tripulados sin que haya pisado el terreno un solo soldado ucraniano.

La guerra en Ucrania ha entrado en una nueva fase: la de las operaciones completamente automatizadas. El 9 de julio de 2025, la Tercera Brigada de Asalto Separado del Ejército de Ucrania informó de un hecho sin precedentes. En una ofensiva llevada a cabo exclusivamente con drones y robots terrestres, lograron que un grupo de soldados rusos se rindiera sin contacto humano directo. Fue la tecnología, y no la infantería, la que logró capturar prisioneros de guerra.

Según el comunicado publicado por la brigada en Telegram, esta operación se desarrolló en la región de Járkov y fue posible gracias a la unidad NC13 de la compañía robótica ucraniana Deus Ex Machina, especializada en sistemas de combate autónomos.

Asalto sin humanos: precisión, poder y disuasión

La ofensiva se apoyó en vehículos terrestres armados con explosivos. Tras destruir varios búnkeres rusos fortificados, uno de los robots se acercó a un refugio en ruinas. La simple presencia del dispositivo, con su carga letal visible, llevó a los soldados rusos a rendirse por miedo a una explosión inminente. Pocos minutos después, drones multirrotor escoltaron a los prisioneros hasta las líneas ucranianas, sin intervención humana directa.

«Por primera vez en la historia, soldados rusos se rindieron ante una ofensiva ejecutada únicamente por sistemas robóticos», explicó el parte oficial. Esta no fue solo una victoria simbólica, sino también táctica: las posiciones habían resistido previamente dos intentos de asalto humano. Fue la tecnología la que finalmente logró doblegar la defensa enemiga.

Un hito tecnológico con implicaciones globales

Esta operación marca un antes y un después en el desarrollo de la guerra tecnificada. Ucrania ya había sorprendido al mundo con su uso masivo de drones FPV y embarcaciones no tripuladas en el mar Negro, pero este nuevo logro consolida su estrategia de guerra asimétrica basada en tecnología de bajo coste y alto impacto.

El think tank LISA (Laboratorio de Innovación en Seguridad Asimétrica) subrayó la importancia de esta evolución:

«La captura robotizada refuerza la estrategia ucraniana de ahorrar vidas humanas y obligar al enemigo a retirarse sin necesidad de disparar una sola bala desde un arma empuñada por un soldado».

Sin embargo, este avance también plantea preguntas urgentes a nivel ético y legal. La Convención de Ginebra no contempla aún cómo deben tratarse los prisioneros capturados por sistemas autónomos. ¿Se considera esto una captura legítima? ¿Quién es responsable? ¿Cómo se valida una rendición ante una máquina? La comunidad internacional comienza a debatir estas cuestiones.

El futuro: ¿una guerra sin humanos?

El impacto de esta misión ha llegado más allá del campo de batalla. Estados Unidos, Israel y otras potencias militares estudian de cerca estos acontecimientos para acelerar su propia integración de sistemas autónomos en operaciones terrestres.

Por su parte, Ucrania continúa avanzando en el desarrollo de plataformas robóticas como Liut, su primer vehículo de combate terrestre fabricado en serie. La combinación de estos sistemas con tácticas coordinadas de drones promete transformar el modo en que entendemos el combate moderno: menos soldados en el frente, más decisiones ejecutadas por algoritmos, sensores y operadores remotos.

Mientras la guerra en Ucrania sigue su curso, la historia ya ha registrado este nuevo capítulo: el día en que las máquinas no solo lucharon, sino que también hicieron prisioneros.

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