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En el interior de lo que parecen grandes bolsas ziplock sembradas con tubos de sangre y líquidos, ocho corderos fetales continuaron desarrollándose, como lo harían dentro de sus madres. Durante más de cuatro semanas, sus pulmones y su cerebro crecieron, brotó lana, abrieron sus ojos, se retorcieron y aprendieron a tragar, según un nuevo estudio que da el primer paso hacia un útero artificial. Un día, este dispositivo podría ayudar a llevar prematuros bebés humanos fuera del útero - pero en este momento, sólo se ha probado en las ovejas. El Biobag (que es como se llama el aparato) puede no parecer un vientre, pero contiene las mismas partes clave: una bolsa de plástico transparente que encierra al cordero fetal y lo protege del mundo exterior, como lo haría el útero; Una solución electrolítica que baña al cordero de forma similar al líquido amniótico en el útero; Y una manera para que al feto le circule su sangre y exista intercambio de dióxido de carbono con el oxígeno. Flake y sus colegas publicaron sus resultados hoy en la revista Nature Communications.

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