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Hasta la patronal está poniendo el grito en el cielo. En el Reino Unido, la CBI, la organización que agrupa y defiende los derechos de 190.000 empresas, ha levantado la voz de alarma por una peligrosa moda que están imponiendo determinadas corporaciones: la de implantar microchips en la piel de sus trabajadores.
Con el tamaño de un grano de arroz, estos dispositivos son colocados bajo un minúsculo trozo de piel entre el pulgar y el dedo índice para que los empleados puedan abrir las puertas de su oficina, encender sus ordenadores o incluso poder manejar herramientas, como coches o programas de ordenador.
Según informa The Guardian, la empresa británica BioTeq ya ha implantado más de 150 dispositivos en empleados de determinadas empresas que prefieren guardar el anonimato por razones de confidencialidad.
La empresa sueca Biohax, que ofrece la misma tecnología, está en conversaciones con numerosas compañías británicas para insertar este tipo de gadgets en la dermis de sus plantillas, según cuenta el Sunday Telegraph.
Pero CBI no cree que estas prácticas solo se realicen en pos de la seguridad y la confidencialidad. “Si bien la tecnología está cambiando la forma en que trabajamos, esto hace que la lectura sea claramente incómoda. Las empresas deben concentrarse en prioridades más inmediatas y centrarse en comprometer a sus empleados “.
